
¿Cómo estas? Nos responde un alumno de 3º ESO A.H.L
Antes de empezar, quería puntualizar que muchas veces se toman decisiones o medidas en el sistema educativo que nos afectan a los estudiantes tanto o más que al profesorado y sin embargo, en los colegios, no suele haber un delegado, representante o portavoz de los alumnos que también dé su opinión teniendo en cuenta las necesidades de los alumnos del centro y su bienestar a parte de su aprendizaje y evolución que es al final el objetivo de la educación. Y es que muchas veces, los alumnos nos vemos excesivamente incapacitados e injustamente tratados ante la falta de empatía que ofrecen algunos maestros. En mi opinión un buen mentor es aquel que conoce los problemas del cada uno de sus alumnos, sus dificultades y facilidades, y con ello crea un ‘‘entrenamiento’’ mucho más óptimo y personalizado que un método estándar en el que en ocasiones te exigen cosas que no eres capaz de hacer a la par qué cosas que no suponen ninguna dificultad. Esto es, en mi opinión, lo que en tantos alumnos genera rechazo al colegio y las clases. Y es que cómo vamos a querer ir a un edificio en el que te hablan de cosas aburridas y que muchas veces no entiendes. Yo creo que la solución a ésto es crear estímulos en el alumno que le hagan querer volver al colegio, haciendo hincapié en sus puntos fuertes, habilidades y cosas que disfruta haciendo.
Mi colegio es un colegio concertado y, en éste periodo de cuarentena, tenemos clases todos los días, de tres a cuatro horas al día. Además seguimos manteniendo el horario de clase de tal manera que si mi profesor de matemáticas quiere organizar una clase, sólo y únicamente puede ponerla uno de los días que tendríamos normalmente esa asignatura y a la hora que tocaría ése día. Personalmente este sistema me parece un completo error puesto que el horario está diseñado para ir a clase y no para darla desde casa. A demás éste sistema es incómodo pues si tengo clase a las 15:00 o 16:00, justo después de comer, sería algo normal si tienes qué volver al centro o incluso algo indispensable si quieres repartir seis horas de clase y que tus alumnos no se peguen un madrugón pero el caso actual es que ni damos seis clases por día, ni tenemos que volver al colegio. Éste sistema también habría sido razonable si simplemente fuera algo provisional pero se ve que no lo es y ya podría ser la hora de cambiarlo.
Una cosa que me ha llamado mucho la atención acerca del confinamiento es que muchos niños y familias opinan que en nivel de trabajo, así como la dificultad, ha aumentado significativamente en la cuarentena mientras que, bajo mi punto de vista, se mantiene. Y es que realmente, en las aulas invertíamos seis horas de nuestro día mientras que actualmente sólo la mitad son clases por lo que no es de extrañar que los profesores manden más deberes para compensar el tiempo desaprovechado. Y os mentiría si os dijera que no estoy haciendo más deberes de los que nunca he hecho pero precisamente eso es lo positivo de la cuestión, que tengo tiempo para hacerlos y los hago. Lo que sí que es cierto es que estar en una clase física ofrece bastantes ventajas. Para empezar es mucho más fácil resolver una duda puesto que puedes preguntarle al profesor tanto en la clase como fuera de ésta y el hecho de no poder usar el móvil te centra mucho más en lo que estás trabajando.
Además, la presencia de física de los compañeros no tiene nada que ver con hacer una videollamada y nos asola el sentimiento de no poder ver a nuestros compañeros y amigos hasta septiembre.
De todos modos hay alumnos a los que les cuesta más entender o incluso recordar y que a su vez, no son capaces de aprender desde un documento de teoría y por eso creo que debería haber clases de refuerzo para el que lo necesitara.
En cuanto al temario es el mismo y la velocidad también sólo que da la sensación de ir más rápido porque no hay tantas clases de por medio.
Yo los deberes los veo como una herramienta de repaso que te prepara para el examen y te hace practicar, y como he dicho antes, también opino que hay alumnos que lo necesitan y alumnos que no. El hecho de crear un seguimiento personalizado pone en evidencia el que se aburre del tema porque lo entiende a la perfección y al cual si tú le das un ejercicio de operaciones con fracciones, lo ve como una pérdida de tiempo mientras que hay otros estudiantes que necesitan una dosis más de deberes e incluso una clase más de refuerzo pues solo consigue acertar la mitad. Y a mí los deberes me parecen una herramienta súper útil pues, en mi experiencia, me ha sacado cursos enteros sin estudiar, sólo haciendo deberes pero lo que considero excesivo es que los deberes se evalúen y sean obligatorios, se dé el caso que se dé. Y ahora que los exámenes son muy difíciles de hacer, se están teniendo en cuenta y evaluando también los deberes y esto es contrario al objetivo pues si los deberes son una herramienta de práctica, hecha para practicar, fallar y aprender también del fallo; no nos pueden exigir que el primer ejercicio que hagamos esté bien y evaluarnos a partir de éste. Sin embargo considero muy útil y completamente diferente el método de evaluar por medio de trabajos y es que si los deberes son para practicar y mejorar, los trabajos son el resultado de tus conocimientos obtenidos en las clases y perfeccionados mediante los deberes. Los trabajos son perfectamente evaluables y mucho más fiables y coherentes que la evaluación de los deberes.
Otra cosa de la que se habla mucho es de la evaluación y, en mi opinión, hay tres tipos de colegio en ésta cuarentena: el que se organiza bien, el que se organiza desorganizadamente y el qué no se organiza.
Para empezar, los colegios tardaron en organizarse y yo, la primera semana de la cuarentena, no tuve ninguna clase, sólo deberes por asignaturas en un documento. Luego, tengo la sensación de que cada asignatura va por libre en lo que se refiere a criterios de evaluación, lo cual está muy bien para que cada profesor use los métodos que cada uno considere mejores pero para los alumnos es un tanto lioso. Luego que con el motivo de la cuarentena y los impedimentos que ésta supone han llevado a ciertos profesores a tomar medidas, algunas bajo mi punto de vista, exageradas. Un ejemplo muy claro es la puntualidad. Ésta se está teniendo en cuenta sobre todo en clase de educación física puesto que a los profesores de esta asignatura les es muy difícil evaluar a sus alumnos.
Ahora se valora y evalúa casi por completo la puntualidad y esto no hace justicia el que tú tengas o hagas una mejor o peor actividad física que otro por lo que realmente no estás evaluando educación física sino ‘‘clase de puntualidad’’. Y yo personalmente veo muy importante ser puntual en lo que te piden y considero completamente lógico que si un trabajo es entregado fuera de plazo, la nota baje, y de hecho ese es el criterio que tengo en la mayoría de mis clases pero hay algunas asignaturas en las cuales me han llegado a poner un 0 por haber enviado un trabajo tarde, lo cual considero excesivo y mucho más ahora que es mucho más difícil hacer exámenes y que los trabajos constituyen una gran parte de la nota.
La sensación que me produce todo esto era de caos y agobio hasta que me hice una tabla con un horario en el que aparecen los deberes y llamadas que tengo y ahora tengo mucha más seguridad y tranquilidad. Lo malo de estar en casa es que hay muchas distracciones como videos, videojuegos, series, películas, apps… que nos apartan o alejan de los trabajos y obligaciones o, simplemente, el hecho de atender en clase.
Lo que sí pido, y que muchos profesores ya están haciendo, es que empaticen a la hora de poner deberes, que se pongan en nuestro lugar o incluso consulten con sus propios hijos (si tienen la suerte de tenerlos).