¿Cómo estás? Mayte Basabe, madre de familia de Vitoria-Gasteiz nos responde.

No quería dejar pasar la oportunidad de agradecer la realización del cuestionario al alumnado, ya que como bien comentábais en la vorágine de aplicaciones, emails, llamadas, gritos o de ausencia de todo ello, nadie se estaba preocupando por cómo estaban percibiendo la situación los principales afectados y afectadas.

Quería poner sobre la mesa un par de aspectos que el informe creo ha recogido muy bien, y dar también una visión como madre. Las familias somos, ahora sí, las grandes olvidadas en este proceso, las que hemos sufrido en silencio lo novedoso e incierto de la situación.

Creo que de las reflexiones del alumnado hay que poner en valor, especialmente, dos cuestiones: la utilidad (o no) de la tecnología para situaciones como ésta -que, tristemente, además, me temo que volverán a repetirse porque este bichito ha venido para quedarse, y si no otro parecido llegará- y el papel del profesorado en este intento.

El éxito o fracaso de las nuevas tecnologías en este momento ha dependido mucho de si previamente se estaba trabajando ya de manera habitual con ellas o no. Si tal era el caso, la adaptación apenas se ha notado, solo ha sido un cambio de horarios con algún que otro problemilla técnico o de aprendizaje de nuevos programas o aplicaciones. Bien. Si no existía el hábito, la conquista del espacio telemático ha sido a veces francamente difícil, como algunos y algunas hacen constar en el cuestionario y habéis reflejado en el informe.

El papel del profesorado, como también se recoge en el informe, ha sido desigual:

  • por un lado está el o la maestra vocacional que se ha tenido que “poner las pilas” y aprender de blogs, tutoriales, quizzes, kahoots, classrooms y todo tipo de invenciones diabólicas que están dando maravillosos resultados, especialmente si más que “mandar tareas” han supuesto un vehículo para que el profesorado haya EXPLICADO, MOTIVADO Y RECOGIDO LA ACTIVIDAD del alumnado
  • or otro están aquellos y aquellas que, bien por falta de implicación, bien por imposibilidad dadas las circunstancias familiares, se han limitado a remitir fichas, a veces no de fabricación propia, sino rebotadas de internet; no han permitido que se le mandasen para ser debidamente corregidas ni evaluadas, ni han mostrado voluntad de contacto con alumnado o familias para ver cómo estaba marchando cada uno

Y llega así el momento de hablar de las familias. Son muy pocos, que yo haya leído, que hayan reivindicado su padecimiento en esta situación. Sí, padecimiento comentado en los grupos de whatsapp, en llamadas entre madres y padres, alguno seguramente en consulta telemática con su psicoterapeuta. De un día para otro tuvimos que montar en nuestra casa todo un equipo de trabajo para poder realizar nuestras tareas profesionales desde casa -eso los más afortunados, que no teníamos que ir físicamente a enfrentarnos a la enfermedad, la desinfección, la atención al público, el transporte o la fabricación de productos esenciales-, montárselo también a cada uno de nuestros retoños (o compartir lo que había con ellos y ellas, lo cual es si cabe mucho más estresante), vivir pendientes de si llegaban emails del colegio o instituto, blogs, aplicaciones que instalar, explicarles muchas materias casi de cero en muchos casos en una lengua que no es la nuestra, vigilar que hiciesen lo que les correspondía, corregir, enviar, atender el feedback, y así horas y horas todas las semanas. Soy madre de dos hijas, de 9 y 14 años, con su custodia total, domino perfectamente el inglés y el euskera que nos tocan en este rincón del mundo, y puedo asegurar que el esfuerzo y el tiempo que esto está suponiendo no es de recibo ni puede repetirse. La enseñanza no presencial aún durará unas semanas en muchos casos, volveremos a necesitarla porque esto rebrotará o florecerá de nuevo, y el colectivo de centros, profesorado, personal administrativo, alumnados y familias tenemos que estar mejor preparados, con el hardware y el software que esto requiere, con la práctica ya hecha, con la consciencia de la importancia de la educación que encuentro imprescindible, pero sobre todo, por encima de cualquier otra cosa, con la máxima implicación del personal docente. El futuro depende de lo que este personal haga con nuestros hijos e hijas cada hora que les están enseñando algo. Tengámoslo siempre muy presente.

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